Debilidades y Vicios

Caracas, café, Masseratti y política

Cómo te decepcionas de un país

Estoy acostumbrada a escuchar “hago esto por Venezuela”, “Venezuela se merece un mejor país” y demás barbaridades como esas. Yo misma lo he dicho muchísimas veces, sin darme cuenta que Venezuela no es más que un pedaso de tierra llena de belleza y gente que, en su mayoría, suele ser bastante destestable.

Creo que parte de nuestros problemas se basan en la absurda necesidad de no querer entender la definición de las palabras, por eso aquel párrafo. Pero vamos, no quiero dar aquí mi opinión sobre ese tema, sino dejar claro que Venezuela es lo que son sus ciudadanos.

Hoy estamos por terminar un nuevo proceso electoral, no tenemos muy claro cómo está el panorama pero sabemos que la abstención ganó, ¿ven? Nos encanta agarrar entes metafísicos para culparlos de nuestros problemas.

Yo hoy estoy decepcionada de este país. En 07 de octubre dimos la pelea, no nos dejamos vencer ni siquiera después de los resultados. Hoy sencillamente lo entregamos todo porque “Venezuela” no se merece nuestro esfuerzo, supongo. Qué manera de decepcionarse justo antes de navidad.

El castigo no es para Chávez o para Capriles, el castigo es para ustedes mismos a quienes no les importó, ni un poquito perder gobernaciones y rendirse ante Chávez, qué pena me dan.

Yo por hoy no tengo más que decir.

 

Mujeres del siglo 21, mi otra historia

ImageCreo que, hasta hoy, no había hablado de MujeresDelSiglo21 aquí. Muchos lo sabe, pero muchos otros no. Este es un proyecto que comencé hace casi dos años junto a mi amiga Amanda Quintero, luego se nos unió Batita González, y finalmente Desireé Rojas, Camille Brito, Poli Camejo, Pati Ramírez, hemos tenido escritoras que pasan, dejan su post y siguen, a esas no las puedo nombrar porque están camuflajeadas.

Lo cierto es que MS21, como lo llamamos internamente, salió para darnos un respiro a estas mujeres intensas que siempre estamos buscando en qué ocupar nuestra mente. El número de visitas diarias a la página, la frecuencia con la que posteamos, la cantidad de hombres que nos dicen que nos leen y les encanta hacerlo o las mujeres que nos comentan diciendo «gracias, me pasó lo msimo» valen más que cualquier otra cosa que podamos pedir, por lo menos para mi.

Hoy seguimos creciendo y tenemos hasta un nuevo diseño que nos regaló JPSWebDesign, ¡Gracias, chicos! Y estamos esperando el logo que nos diseñará Jet Vargas. Pronto tendremos otra sesión de fotos, la primera nos ha hizo Anabel Navarro, una gran amiga de la casa. Los logros siguen y hoy solo quiero invitarlos a que pasen y leen lo que estas chicas tenemos para decirles.

De las “ellas” de mi vida

(Algo que escribí hace muchísimo tiempo, a dos manos, con Batita)

Altas, flacas, gordas, blancas, morenas. He tenido muchas “ellas” en mi vida. Y no se trata esto de una confesión de parte o de un salto de talanquera. Tampoco ha de tratarse de un relato sobre las “ellas” que integran mi listado de amigas, esas que cuando me case estarán hermosas llorando porque “Su amiga se casó”.

Hablo de las “ellas” de “ellos”. De aquellos que en algún momento fueron mis ellos,algunos fueron mis ”ellos” exclusivos y otros fueron ”ellos” que compartí con ”ellas”

Las novias, las “estoy confundido”, las “es que aún no la olvido”, las ”es que es el amor de mi vida”, las ”yo la dejo, dame un día y la dejo”.

Contra esas con las que he luchado toda mi vida.

Las “ellas” que me han vencido, porque me decido perder la carrera y dejar que ese “él” que es incapaz de luchar por ganarse mi amor se quede con esa “ella” dispuesta a cualquier cosa. Esas ellas que han ganado la batalla limpiamente, esas ellas que han ganado por default. Esas ellas que son ejemplo, ejemplo de la mujer que no soy, de aquella que no quiero llegar a ser, de aquella que fui -lastimosamente- en algún momento.

Esas “ellas”, que siendo menos inteligentes (o más), menos agraciadas (o más), me han enseñado una gran lección: yo no quiero ser una “ella”.

Aunque lo he sido, pues en algún momento estuve en esa cama que le pertenecía a “ella”, en aquella llamada que debió ser primero para “ella”, en ese pensamiento secreto que sólo él y yo conocemos. He estado en los zapatos de ella, cuando me invade la culpa, cuando la rabia y el alcohol se me mezclan en la sangre. Cuando el ¿y si fuera ella? llega en mis noches de insomnio a atormentarme. Cuando me descubro buscando él teléfono de su ”él” en mi blackberry, cuando ojeo distraída alguna página de una revista de novias en algún consultorio médico.

Pero no importa, porque hoy, por primera vez, no se trata de mí, se trata de “ellas”.
Sí, hoy vine a hablar de ”ellas”. No a ”ellas”, porque eso es historia de otro libro, o de   otro capítulo. No vine a hablarles a ”ellas”, vine a hablarme a mi, de ”ellas”. A pensar, por vez primera que ellas aquí han cumplido su rol a cabalidad.
Así como en su momento vine a hablar de tí. Y de él. Y también de ellos, creo que ”ellas” se han ganado su post, a pulso.

Gracias a las “ellas” de ellos, incluso a esa “ella” que no conocí, pero llegó en forma de París, o de Miami. A esa ella que era como un fantasma entré él,su judaísmo y yo, a esa ella que tiene un anillo en su mano izquierda, y un papel notariado que refleja una promesa. A esa otra ella que vive con él nuestra vida de tratamundos. Hasta a esa ella que se le metió por los ojos en un momento de despecho .

Les dejo mi gratitud y un abrazo cargado de sentimientos, de alivio, de ”menos mal que ella no soy yo”. De ”puede que esta vez no sea yo”

Gracias por la lección bellas, yo me quedo de este lado de camino, esperando no ser la “ella” de ninguna mujer, sino la “ella” de un él, porque a fin de cuentas, es él con el que queremos estar y ser…

Para ir al cemento

Para ir al cemento

(No) Pertenecer

Suele suceder, supongo, que después de una gran (decepción) alegría tu sentido de (no) pertenecer aumenta «haciéndote» ver cosas que antes no veías. Un día te despiertas con una sensación increíble de (no) saber dónde estás parada o a dónde perteneces. La vida transcurre como antes, solo que hoy hay algo diferente, (no) perteneces.

Nosotras crecimos juntas, conociéndonos, celebrando cumpleaños el mismo día, ella mi Caracas. Era mucho más sencillo antes, cuando este sentimiento no era algo más que una cuestión pasajera de esas que te dan después de una «tonta» pelea. Antes había una responsabilidad con otros, pero llega el punto claro en el que la reponsabilidad poco (o nada) importa porque está en juego tu ser.

Eso me pasó aquel día en el metro cuando con una sonrisa (irónica) quise gritar: «ya (no) pertenezco aquí». (No)Era cuestión del Ávila, el clima o la música. Era cuestión de la gente que (no) me hacía sentir ya como en casa. Duro es darse cuenta que ya (no) perteneces a un lugar.

 

(Lee primer el texto sin tomar en cuenta los paréntesis, ahora hazlo con lo que está dentro)

De esto va aquello de “querer a un país”

Domingo 7 de octubre de 2012, Caracas – Venezuela, 4:30 am.

“Hoy es el día más importante de vida, no el de mi boda papá ni el de mi graduación, es este. Este día es el día en el que se define mi futuro, el tuyo, el de mi sobrino”, eso le dije a mi papá mientras me tomaba el primer café de la mañana y veía cómo comenzaba a aclarar la mañana en Venezuela.

“Es primera vez, mami, que nos despertamos a votar y suena una de nuestras canciones, escucha y canta conmigo ‘cada vez son miles y miles y miles’, esto es señal que algo bueno está pasando”. Esto le comenté a mi mamá mientras esperábamos que mi hermano terminara de arreglarse.

“:) Buenooos díaas, que desgracia tener que esperar hasta las 6 am para ir a votar, pero que brutal que acá se escucha una de las canciones de Capriles, de nosotros. Te pegaré un grito en cualquier momento, te aviso cuando llegué a donde me toca trabajar” Algo así le dije a Johann, mi amigo inseparable de elecciones y luchas universitarias desde el 2009.

Caracas, 12 de octubre 2012, Caracas-Venezuela, 10.15pm.

Estas eran mis emociones en la madrugada del 7 de octubre. Me levanté, con una sonrisa, con olor a esperanza. Me puse mi camisa “Venezuela, votar está de moda”, la tenía en la gaveta desde noviembre del 2011, me la hiceron para usarla ese día. Agarré mi acreditación y bajé a votar con la mejor de mis sonrisas. Estaba confiada, teníamos todo lo que necesitábamos -o eso pensé-. Al llegar al centro vi una cola inmesa, solo la había visto en 2003  y ahora, confirmé que aquí la gente vota cuando la presidencia está en juego.

Llegué con una sonrisa a mi mesa, no tenía ganas de pelear con nadie, solo quería poner mi dedo en la cara de Capriles, pedirle a Dios y a mis abuelos e irme a trabajar. Eso hice. Voté con mi canción en la cabeza, revisé emocionada la papeleta y por primera vez no tuve miedo delante de la máquina.

Ese día hablé durante casi todo el día con esas personas que me dan fuerza. Sabía en qué sala y en qué lugar estaban todos esos amigos y compañeros que durante años han estado a mi lado en elecciones. Son 7 años trabajando, son 6 elecciones, son muchos amigos encontrados. Sumar a esta gente a mi vida es de las mejores ganancias de estos años.

Tempranito nos pasamos mails, nos escribimos por Facebook, nos enviamos bendiciones, abrazos y buenas energías. Vi al Rafa al llegar al teatro Chacao, me sentí tranquila al saber que él estaría ahí. Vi a Bernardo a lo lejos, a David, gente con la que he trabajado y en la que confío, amigos que sé que como yo están aquí para cambiar el país y no para pelearse por un cargo.

El día pasó, los reportes iban y venían, las denuncias, los mensajes. Mi comunicación constante con mis jefes y amigos (gracias a los 3) me daba confianza a seguir paso a paso mi trabajo, ellos confiaban en mi, ellos sabía que mi trabajo de años tenía que rendir frutos, ellos fueron parte de mi apoyo durante el día.

Mi hermano, quién le hizo fotos a Capriles, se fue con Pedro y Caps a entregar unas fotos y hablé con ellos, les sonreí, les dije que sería un día histórico que íbamos bien. En sus miradas había esperanza, tranquilidad, confianza de que esta vez sí estábamos bien.

Por unos minutos sentimos la felicidad, la esperanza, el amanecer, la mañana que aclara, las ganas de seguir aquí. Por unos minutos sentimos a una Venezuela despertar y decir “quiero progreso”. En mi sala me tocó trabajar con chamos de 21-23 años, chamos que -como mi hermano- estaban a punto de vivir su primera gran decepción en una elección nacional para la que trabajaron. Yo ya llevo 3, creo que he aprendido, como leí por ahí “uno llega a saber a manejar esas cosas.”

En media hora dejé de hablar con todos los que me escribían, solo hablaba con Johann, no contestaba llamadas y a mi mamá solo le decía “mami, tranquila”. Los rostros y las órdenes cambiaron. Opté por ponerme mis audífonos, escuchar Masseratti y jugar uno de esos juegos de mi iPhone.

Hablé con Isaac B y le dije que -como le había dicho semanas atrás- no estaba lista para una decepción, que no tenía idea de lo que pasaba pero que me lo imaginaba. Dejé de contestarle, necesitaba fingir demencia, distraerme con cuentos de elecciones pasadas y para eso estaba mi amigo J.

A las 8.15 pm la coordinadora de mi sala me puso la mano en el hombro, en ese momento supe lo que estaba pasando y escribí un mensaje en la compu que pegué en todos los chats que tenía abiertos y mandé los DM’s correspondientes: “perdimos, es oficial”. Tragué profundo, no podía ni quería derrumbarme delante de gente que en un solo día se habían convertido en mis amigos, mis nenés de lucha, los chamos a los que se les tiene que dar fuerzas.

Cuando escuchamos a Tibisay solo podía pensar en qué decirle a mi mamá que creía en Capriles y en un cambio, cómo explicarle a mi sobrino que no lo hicimos todo, cómo le decía a Santiago que probablemente tendría que irse a jugar fútbol en otro país, cómo le explicaba a mis amigos que Venezuela acaba de decirnos “tenemos que hablar”.

Subí al teatro a escuchar a Capriles, las lágrimas corrían por los rostros agotados de personas que durante meses habían dormido poco porque la campaña era la prioridad. Era impresionante. Salió el flaco con ese temple que lo caracteriza a decirnos a más de 6 millones de personas “aquí quien perdió fui yo, no ustedes”. Al terminar sonó “está aclarando la mañana en Venezuela”. Los camarógrafos y periodistas al terminar la rueda de prensa comenzaron a llorar, todos los rostros tenían la misma dirección “ninguna, por los momentos”.

Llegué a la casa de mi amiga donde dormiría esa noche, su hija -mi casi hermana- me recibió con una cerveza y los ojos hinchados, le escribí a mi mamá que estaba tranquila, seguía hablando con Johann y mantenía mi temple. Minutos después me escribió Isaac “Ay Laurita, perdimos. Perdimos Laura Carolina”, no recuerdo qué le dije, pero recuerdo que intercambiamos análisis de lo sucedido y eso hicimos días después. Esa noche hablamos un rato,  me dio fuerza saber que  esta elección algo bueno me había dejado, un nuevo amigo.

A las 3 de la mañana me fui a dormir, con alcohol y cansancio en la cabeza, tranquila porque mis amigos estabas todos en sus casa o en sus lugares de hospedaje. Aquel día fue el día más importante de mi vida, descubrí que he madurado y entendí que a pesar del “Tenemos que hablar” de Venezuela, sí hay un camino, no es posible que la gente valiosa en Venezuela sea menos. Sé que problamemente muchos tengan(amos) códigos postales diferente en unos años, pero sé que cuando tengamos que volver a luchar estaremos al pie del cañon, de primeros como siempre.

Querer a un país va de muchas cosas, va de lo que todos creen que es, para mi de esto va eso de “querer a un país”.

Hay una esperanza

Capriles Presidente

Foto: Eleazar «Caps» Briceño

“Hoy será un día importante”, eso pesaba el domingo mientras termianba de vestirme, ajustaba mi gorra y esperaba respuesta de mis dos amigos de marcha sobre el punto de encuentro. No sabía qué me encontraría al salir de mi edificio, en Catia.

Eran ya las 10am cuando bajé. A diferencia de años anteriores -2007 incluido- decidí ponerme la gorra y no ocultar que estoy a favor de una propuesta diferente a la que gobierna. En el punto de “información” del otro candidato aún no llegaban los “voluntarios” a hacer su trabajo. Aquel boulevard solo tenía viejos que no dudaron en hacer comentarios babosos sobre mi atuendo.

El sol maquillaba las calles que estaban llenas de personas que iban y venían de los mercados. En sus rostros podías leer el agotamiento mental de hacer magia para ver cómo rendir el dinero, y cómo conseguir los productos. Esos son los rostros de Catia después de 14 años.

Hay un Camino al progreso

Foto: Saúl Solórzano

Al entrar al metro recordé que no tenía ticket, al acercarme a la caseta la muchacha que atendía me vio la gorra y sonrío, sentí que esa era la manera de decirme “yo creo en ese camino”. Bajé al andén pensando que sería la única lista para seguir dibujando aquel camino, gracias a Dios me equivoqué. Al mirar a mi alrededor encontré gorras, rostros tranquilos, “ropa de marcha” y sobre todo rostros llenos de esperanza. Desde el 2007 no sentía algo parecido.

El metro siguió avanzando, para mi asombro, estaba bastante rápido. En Agua Salud, tal como lo conté el otro día, la estación “del 23 de Enero”, se montó gente con camisas de Voluntad Popular, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, camisas de Hay un Camino. El asombro fue el mismo para todos.

Desde aquí no hay más nada qué contar y mucho menos el “durante la marcha”. Les contaré lo que el motorizado de la oficina nos contó el lunes:

“Laura me la comí chama, estoy llegando ahoritica por la rumba que se armó ayer en el 23 después de la marcha. Nosotros nos fuimos, un grupo caleta y cuando llegamos a la Av. Sucre nos encontramos con ese gentío al que no los dejaban montarse en las camioneticas porque estaban amenazados -los conductores de varias líneas fueron amenazados por grupos armados y les prohibieron montar a “gente de Capriles”-. Bueno chama nos pusimos esas gorras y comenzamos a cantar y a gritar. Nos montábamos en los carritos y decíamos “mi gente tranquila, hay un camino, hay una esperanza”.

Cuando llegamos de la marchar, que fue impresionante chama yo jamás había

Henrique Capriles Radonski

Foto: Saúl Solórzano

visto tanta gente, bueno nada llegamos caminando al 23, de la emoción se nos olvidó que andábamos identificados y cuando llegamos al bloque nos encontramos fue a un gentío gritando “hay un camino”, un bicho ahí puso en el carro la música del flaco y se armó esa rumba. Hablábamos con la gente, les decíamos que el voto es secreto. Los otros bichos -refiriéndose a los Tupamaro- no nos decían nada porque saben que lo que están es perdidos. La gente en el 23 perdió el miedo chama, estabmos cansado.”

Hace tres semanas le regalé al motoman una gorra tricolor, fue una de las personas más felices ese día, no la quería “para pavear o para la colección”, la quería porque cree en este proyecto. Hoy sé que valió la pena dejar a alguien sin gorra para dársela a él.

Capriles ha devuelto, en lugares como Catia, el 23 y La Pastora la fé y la esperanza de que hay un camino hacia el progreso, citándolo “nadie quiere vivir peor, todos queremos vivir mejor”.

Ese flaco nos devolvió la esperanza. Por eso sé que hay una esperanza y que sí hay un camino.

De cómo en Catia perdimos el miedo

Como todos saben uso el metro todos los días, hoy no fue la excepción.

Justo donde estaba parada estaba un señor que parecía haitiano (o barloventeño, quién sabe), el metro estaba extrañamente full -aunque eso tiene sentido porque es viernes y quincena-. En Capitolio se monta un chavista claramente identificado (camisa roja, cuerda de llaves de Chávez, gorra de Chávez) y ve a este señor al que llamaremos señor H. Comienza a hablarle en idioma borracho diciéndole que “sé que llegó una gente de Haití, ¿Tienes papeles? Aquí todos amanmos a Chávez, los otros son tres gatos, unos majunches -inserte aquí más discursos de Chávez-”. El señor H no hacía nada pero su rostro iba cambiando y decía “este señor me ladilla”.

Yo comentó: Señor, aquí a Chávez solo lo quiere usted, aquí hay un camino. Él me ignora y sigue diciendo *inserte aquí más discuros de Chávez*. La chama dice: Señor, deje de molestar, está molestando al señor y nos está molestando a nosotros. Señor borracho: Yo no molesto a nadie loca, majunche. Yo: Señor, no insulte, respete para que lo respeten y sí nos está molestando, quédese tranquilo.

La chama, cansada del señor le dice: Mira a mi nadie me insulta, tocaré la alarma para que lo bajen (ya estábamos en Agua Salud estación en la que se llega al 23 de Enero). La chama toca la alarma *beeeeee*. El señor borracho persigue a la chama y lo agarra un joven (me cansé de la palabra con ch) y le dice: Señor, a las mujeres no se les insulta. Señor borracho: yo insulto a quién yo quiera, aquí están todos pelados. El joven lo agarra y el señor borracho se le cuadrar para pegarle y le lanza un golpe.

En ese momento, todos nos paramos y la gente comenzó a gritar -prometo que no fui yo-: hay un camino majunche, cállate majunche, majunche Chávez, nosotros nos cansamos (para este momento ya eran 4 personas contra el señor que le lanzaba golpes a todo el mundo). Yo grité: Este es el país que tenemos que cambiar.

Al llegar lo operadores -porque la alarma seguía sonando- una operadora le dijo: Señor quédese tranquilo (porque el señor se sentó y no se quería parar). Todos la vimos con cara de “bicht please” y comenzamos a gritar: bájenlo, ese señor es un peligro para el vagón, está borrachó.  Llegó la policia nacional, otros operadores y lograron sacarlo.

Cuando se cerraron las puertas, yo me senté igual que la mayoría de las personas y los comentarios eran: Es que se creen sabrosotes nojoda, por eso no notan los retraso, siempre están borrachos; debe ser que vive borracho porque esto está en la mierda; es que el 7 hay un camino porque este no es el país que queremos.

he tenido días locos en el metro, he vivido peleas, he sido protagonista de discusiones pero JAMAS había tenido apoyo. Increíble, pero aquí señor presidente perdimos el miedo y el 7 nos medimos en CATIA.

De esos que no hablaban de política

Hoy entré a Facebook en la noche y vi un post en el wall de Adán. Adán es mi mejor amigo del colegio, de esas personas que se aguantan mis conversaciones políticas desde el 2000 cuando nos conocimos. No hay año en que yo no diga «este tipo me tiene harta, no es progreso» y en que él me conteste «cálmate carajita, esto va a pasar».  Hace 12 años somos amigos, el mismo tiempo (13) que tiene Chávez en el poder. Hoy, Adán, escribió esto en su Facebook (lo tomé textualmente)

En estos tiempos de política, yo quisiera escuchar algún chavista, defienda a su presidente sin usar estas palabras:
-Imperialismo
-Yankees
-Gringo
-Escuálido
-Majunche
-Adecos
-Copeyanos

Por lo general no me la lleva con la política y mucho menos como para escribir sobre ella, pero creo que la campaña política de alguien no se puede basar en buscarle sobrenombres y chismes del contrincante…Y mucho menos cuando lleva 12 años de gobierno; Aunque con esto es muy cómico escuchar «ES QUE NO LO DEJAN TRABAJAR»
…………….COMO????? tienes todas las grandes empresas Nacionalizada tienes ministros, ministerios, jueces, canales, países y presidentes, que juegan para tu equipo y no lo dejan trabajar????, nunca entenderé las personas que dicen semejante frase…
Para algún amigo chavista (que tengo muchos) con todo respeto, se han imaginado poder comprarse unos zapatos o una laptop aquí en Venezuela y no tener que depender de CADIVI???; A los que les gusta viajar y regresar contando que se quedaron hasta las 5 de la mañana tomando en la calle y no les paso nada??…….. a mi me encantaría caerme a birras en cualquier plaza hasta las 4 de la mañana agarrar mi bicicleta y llegar a mi casa sin que me roben o me maten por el Blackberry….

No voto por chavez no porque sea escuálido! ni porque sea Adeco ni copeyano, y mucho menos porque sea gringo, simplemente mi lógica me dice que una persona no puede estar tanto tiempo en el gobierno. Quiero votar por alguien que no me etiquete ni me ponga de un bando, porque al final soy tan venezolano como todos. Quiero votar por alguien que quiera hacer un proyecto de gran magnitud y cuente con profesionales venezolanos y no con chinos o rusos…. Aquí hay que jode gente talentosa. Quiero votar por alguien que cumpla, (Aun estoy esperando ver el guaire así de cristalino como se lo imagino el presidente).

Y para todo aquel que quiera criticarme LEA BIEN ! no apoyo a Capriles porque me gusta! lo apoyo porque en algo tiene razón, se necesita urgente un cambio y definitivamente en 12 años, no son muchos los cambios que se han logrado, por eso simplemente NO voto por Chávez.

Así como Adán, hay muchísimos más.

De las falt(d)as de ellas

1

“Comienza por explicarme cuál fue tu motivo para subirme la falda”

Mejor “dime cuál fue tu estrategia para abrirme las piernas”. – No, nada queda bien, todo mal. Nosotros quedábamos bien, solo faltaba eso, el “nosotros” y sobraba algo, sobraba mi falda.

Saldo del día: 3 carros chocados, una falda menos, mis pantaletas en tu gaveta.

7

Virginia no creía en el amor más allá de la cama. Estaba convencida de que nunca pasaría más allá de una intensidad marcada por el tequila (o la tequila, como sea). A ‘A” no me gustaban las explicaciones, dañaba la magia del instante y el misterio del momento. Ella prefería llamarnos por la primera letra de su segundo nombre o su segundo apellido. Era mucho más sencillo no perder la cabeza cuando la necesitaba para recordar al de turno, después de alguna borrachera.

Saldo: 1 litro de café en la sangres, tres pastillas para la cabeza, zapatos escondidos en el desorden. Una hoja blanca para trazar algunas líneas.

3

Camila soñaba con sus días sin faldas. No tenía faldas desde hace 5 meses. Para ella “las faldas son sensuales y siempre sugieren, nunca sabes qué habrá debajo. Sin fáciles de subir, y el túnel de mis piernas puede ser atravesado solo por el que yo escoja”. Sus días se iban en buscar la falt(d)a perfecta para escaparse cuando menos lo esperaba.

Saldo: tres faldas nuevas, cuatro perdidas en cuartos de la ciudad, dos tequilas, un vodka.

6

Todas  pensaban que eventualmente se cruzarían con alguien que hubiese atravesado todos aquellos túneles.

De casualidades, de eso vivían, aquellas mujeres.

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