Debilidades y Vicios

Caracas, café, Masseratti y política

Hay una esperanza

Capriles Presidente

Foto: Eleazar «Caps» Briceño

“Hoy será un día importante”, eso pesaba el domingo mientras termianba de vestirme, ajustaba mi gorra y esperaba respuesta de mis dos amigos de marcha sobre el punto de encuentro. No sabía qué me encontraría al salir de mi edificio, en Catia.

Eran ya las 10am cuando bajé. A diferencia de años anteriores -2007 incluido- decidí ponerme la gorra y no ocultar que estoy a favor de una propuesta diferente a la que gobierna. En el punto de “información” del otro candidato aún no llegaban los “voluntarios” a hacer su trabajo. Aquel boulevard solo tenía viejos que no dudaron en hacer comentarios babosos sobre mi atuendo.

El sol maquillaba las calles que estaban llenas de personas que iban y venían de los mercados. En sus rostros podías leer el agotamiento mental de hacer magia para ver cómo rendir el dinero, y cómo conseguir los productos. Esos son los rostros de Catia después de 14 años.

Hay un Camino al progreso

Foto: Saúl Solórzano

Al entrar al metro recordé que no tenía ticket, al acercarme a la caseta la muchacha que atendía me vio la gorra y sonrío, sentí que esa era la manera de decirme “yo creo en ese camino”. Bajé al andén pensando que sería la única lista para seguir dibujando aquel camino, gracias a Dios me equivoqué. Al mirar a mi alrededor encontré gorras, rostros tranquilos, “ropa de marcha” y sobre todo rostros llenos de esperanza. Desde el 2007 no sentía algo parecido.

El metro siguió avanzando, para mi asombro, estaba bastante rápido. En Agua Salud, tal como lo conté el otro día, la estación “del 23 de Enero”, se montó gente con camisas de Voluntad Popular, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, camisas de Hay un Camino. El asombro fue el mismo para todos.

Desde aquí no hay más nada qué contar y mucho menos el “durante la marcha”. Les contaré lo que el motorizado de la oficina nos contó el lunes:

“Laura me la comí chama, estoy llegando ahoritica por la rumba que se armó ayer en el 23 después de la marcha. Nosotros nos fuimos, un grupo caleta y cuando llegamos a la Av. Sucre nos encontramos con ese gentío al que no los dejaban montarse en las camioneticas porque estaban amenazados -los conductores de varias líneas fueron amenazados por grupos armados y les prohibieron montar a “gente de Capriles”-. Bueno chama nos pusimos esas gorras y comenzamos a cantar y a gritar. Nos montábamos en los carritos y decíamos “mi gente tranquila, hay un camino, hay una esperanza”.

Cuando llegamos de la marchar, que fue impresionante chama yo jamás había

Henrique Capriles Radonski

Foto: Saúl Solórzano

visto tanta gente, bueno nada llegamos caminando al 23, de la emoción se nos olvidó que andábamos identificados y cuando llegamos al bloque nos encontramos fue a un gentío gritando “hay un camino”, un bicho ahí puso en el carro la música del flaco y se armó esa rumba. Hablábamos con la gente, les decíamos que el voto es secreto. Los otros bichos -refiriéndose a los Tupamaro- no nos decían nada porque saben que lo que están es perdidos. La gente en el 23 perdió el miedo chama, estabmos cansado.”

Hace tres semanas le regalé al motoman una gorra tricolor, fue una de las personas más felices ese día, no la quería “para pavear o para la colección”, la quería porque cree en este proyecto. Hoy sé que valió la pena dejar a alguien sin gorra para dársela a él.

Capriles ha devuelto, en lugares como Catia, el 23 y La Pastora la fé y la esperanza de que hay un camino hacia el progreso, citándolo “nadie quiere vivir peor, todos queremos vivir mejor”.

Ese flaco nos devolvió la esperanza. Por eso sé que hay una esperanza y que sí hay un camino.

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